Al iniciar este último Safari, la “Migración Anual” desde  Tanzania hacia Masai Mara en Kenya estaba comenzando, pero dado que aún era pronto no buscábamos especialmente el encuentro con las manadas de Ñus y Cebras.

Habíamos tenido algún encuentro ocasional con las primeros grupos en las inmensas praderas del centro del Parque, pero cuando nos dirigíamos hacia el Norte en dirección a nuestro siguiente lodge, sucedió de nuevo algo que no sólo nos dejó sin habla, sino que nos cortó el paso en nuestro camino.

De repente, al salir de una curva, nos encontramos en medio de una enorme manada de Ñus que cruzaba y ocupaba la carretera. Eran miles, iban en grupos unos guiando a los otros, y en apenas unos segundos nuestro coche estuvo totalmente rodeado. Sólo se oían sus llamadas y el sonido de sus pisadas en el camino. La escena era increíble, miraras donde miraras solo veías filas y filas de ellos. Adultos, pequeños de apenas unos pocos meses que caminaban junto a sus madres, jovencitos curiosos que correteaban de un lado a otro…

Al principio evitaban acercarse al coche, pero cuando observaron nuestro silencio y quietud (imposible decir nada ante semejante espectáculo), se paraban junto a nosotros, nos miraban unos segundos, y continuaban su camino. Venían desde todas las direcciones y las laderas de la montaña estaban llenas de manchas negras en movimiento.

Había visto muchas veces los documentales de National Geographic sobre la Migración, pero encontrarnos dentro de ella es algo que no se puede explicar. En esos momentos sólo puedes sentir la fuerza de La Naturaleza en todo su esplendor y dar gracias por tener la oportunidad de vivirlo.