Las familias de Elefantes con las que te encuentras a menudo en los Safaris pueden parecer similares, pero si les prestas la atención que estos magníficos animales merecen, puedes compartir con ellos escenas realmente entrañables. En este último Safari hemos disfrutado con ellos de algunas que tampoco había tenido la oportunidad de compartir hasta ahora.
Nos encontrábamos en esta ocasión en Tarangire (Tanzania), un destino fantástico si quieres disfrutar de cientos de clases de aves y de los Baobabs más grandes y preciosos que yo haya visto, sin renunciar al resto de los animales. Estábamos paseando por el Parque cuando nos encontramos con una pequeña familia junto al camino. Eran unas madres con sus pequeños de diferentes edades. Tenían el cuerpo rojizo por el color de la tierra con que se bañan, y estaban descansando tranquilamente junto a un Baobab, salvo una de ellas que se había quedado rezagada con dos pequeñines. Uno de ellos estaba tan cansado que se tumbó a los pies de su madre, mientras el otro, mas jovencito aún, le daba empujones con su trompa para que se levantara a jugar con él. Lo intentó varias veces, pero viendo que no lo iba a conseguir, decidió acompañarlo y se echó a su lado apoyando la cabeza sobre el lomo de su hermano. Su madre permaneció inmóvil pacientemente junto a ellos, mientras los dos se echaban felizmente la siesta, sabiendo que nada podría ocurrirles junto a ella.
Daba gusto contemplarlos, y la paz que transmitían hacía que resultase difícil decirles adiós. Los acompañamos unos minutos mas y lentamente nos alejamos, procurando hacer el menor ruido posible para no interrumpirlos en su apacible descanso.
!!!Hablad bajito o los despertareis!!!
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