Sólo así puedo explicar, cuando llega enero, la ilusión con la que espero los días de volver a realizar el próximo Safari.Año tras año, la necesidad de volver a África es mayor. Los animales, los amigos y los lugares me resultan ya tan familiares que, cuando llego, todo lo demás deja de tener interés para mi. Salvo por la familia que dejamos aquí, y a la que regularmente llamamos (me refiero a nuestros padres), mi mente se olvida del resto del mundo, y me siento feliz. Disfruto cada segundo, agradeciendo la suerte de poder estar allí, una vez más, y apuro al máximo cada salida, antes de volver al Lodge, al anochecer.

Reconozco que, a veces, mi entusiasmo resulta difícil de llevar para los amigos cuando viajan con nosotros, y que no lo sienten de la misma manera, pero no lo puedo evitar. En mi defensa diré, que lo advierto varias veces antes de iniciar el viaje. Siento la necesidad de disfrutar cada momento, porque algo en mi interior me dice, que aunque no lo desee, y por mucho que luchemos contra ello, este ecosistema y los animales que en él viven en libertad, tienen los días contados tal y como lo conocemos hoy.

Por eso, cuando nos encontramos con cualquiera de ellos, la emoción me traiciona a veces, sobre todo, cuando se detienen a nuestro lado y nos observamos mutuamente. Ese momento es mágico para mi y quisiera que nunca terminara. Ojalá me equivoque y podamos seguir disfrutando con ellos durante mucho tiempo. ¡Nosotros seguiremos luchando porque así sea, con todas nuestras fuerzas!

En apenas tres meses, volveré a reencontrarme con mis queridos animales, y se que este año volverá a ser mas especial, si cabe. Nos vemos pronto.